Vivencia de Ine Lanfranchi
tras un gran incendio en la Villa de Merlo
Agosto del 2013
De las sierras secas salen un par de ramas retorcidas que no son parte de la armonía del
paisaje. Del dibujo de espinillos en flor que amortiguan la dureza de sus espinas, de los
damascos florecientes que salen del centro de la tierra, de los duraznos silvestres que destacan
sus flores demostrando su presencia, unas ramas secas, de alma seca, casi renegridas
desentonan con la fotografía.
Los cantos de las aves buscan pareja, ellos también se preparan para la astralidad de la
primavera, de sus interiores explotan colores en sus plumajes, como dignos hijos de la
pachamama. Las densas capas que cubrieron sus cuerpos en el invierno caen para dar lugar al
más resplandeciente plumaje nupcial, pero las ramas secas, pequeñas en semejante
inmensidad, sin savia ni vida, poco pueden acompañar la melodía nupcial que se avecina.
Los Kobol del fuego se mezclan con el paisaje, con el follaje. Sus manos se mueven
acompañadas de un extraño bamboleo, pertenecientes a un ser del que poco se sabe hasta
ahora ya que esas ramas parecieran extremidades tenebrosas que podrían confundirse con
manojos de raíces arremolinadas por voluntades indecisas.
Manos como garras hace trizas, preparadas para la maldad, con largas uñas espiraladas
en algunos dedos, en otros sólo encorvadas y crujientes. Temblorosas por un dejo de
conciencia, quizás. De sus pegajosos e indeseables dedos iban pegados fuegos que le daban la
certeza de ser un sapo de pantano, y abracadabra, el fuego se hizo realidad y salió de su
envase y su mano delgada y fría como la muerte misma acercó la llama al objetivo.
Sonrió de placer, luego rugió, rebuznó, abrió sus ojos de murciélago, se le erizó la piel
de sapo y salió, saltó de arbusto en arbusto para desaparecer en el acto. Paraba cada tanto y
miraba para atrás, no comprendía cómo el fuego era tanto, cómo se le había escapado de las
manos, estaba todo descontrolado, no era así como lo imaginaba, o tal vez sí.
Su cabeza comenzó a crujir y a zumbar de malos pensamientos, de que me importa
empañado por algún lejano remordimiento. Todo su cuerpo tembló, lo que antes era una voz
ahora era sólo un trueno. No podían salir palabras de él sólo espasmos y gemidos, era parecido
a un cerdo salvaje.
Tres días después del incendio, su obra maestra estaba terminada. Había destruido los
colores. Apenas quedaba un atisbo de ellos. Todos habían desaparecido y los que no, tenían
sus despojos cubiertos por el tizne, por el antifaz que oculta la belleza posterior al fuego.
Reinaba el negro. La paleta contaba de la combustión y hasta se podía imaginar el capricho del
viento, su ir y venir para volver a ir a lugares ya recorridos, el jugar con el fuego en su intento
de ascender a las divinidades y demostrar su poder.
Los brillos pre-primaverales se habían opacado, todo había sucumbido ante la gran luz
infernal de aquella noche. Se fueron los horneros copulando, los nidos con los pichones, los
capullos de las flores esperando septiembre, las semillas del aguaribay fueron cenizas entes
que pimienta, la zorra sucumbió lenta con sus tres cachorros en la boca, la sachacabra bajó
corriendo hacia la ruta cuando la atropelló un auto, las serpientes buscaron refugio en
hogares, el alma del espinillo buscó agua al fondo de su raíz para perder su legado en las
llamas.
Pero el ecosistema seguía funcionando, debía hacerlo, alguna gente había sacado
troncos sueltos, los pedazos caídos, los dibujos que decantaron de las formas opuestas, el
retorcido complemento, la otra, la caída que había sido recolectada, la oposición exacta, esa ya
no estaba.
El aire estaba más ventilado pero dejaba rastro de aromas rancios, agrios, espesos, de
aromas de dolor, sudor, de humo en las ropas, en la piel, de animales abrazados, de lágrimas,
enlazaban aromas cargados de pérdida, de odio, de preguntas, de confusión, de angustia,
aromas inquisidores del origen del fuego, de la longitud, la geográfica extensión calcinada
como si la boca de un dragón gigante con manos pequeñas y repugnantes hubiera construido
un laberinto infernal, sofocando elevaciones y quebradas, sin alternativa, sin posibilidad de
sofocación, sin principio que permita organizar un fin.
También venían aromas de nuevas esperanzas, de suspiros, de aves que habían
logrado huir, de colonizadores, de intendencias, de vuelta a empezar, frescos y reconfortantes,
de necedades y cegueras, de secas esperanzas, de posibles soluciones, de decisiones certeras,
de justa venganza.
Había que continuar. Así lo dispuso un pájaro carpintero que sacaba la corteza
quemada de un algarrobo calcinado para encontrar existencia tras la muerte.
Biografía
Su nombre de pila es María Inés Lanfranchi. Nació en Capital Federal el 27 de
agosto de 1967, radicada en Villa de Merlo San Luis desde el 2009.
Se recibió de Terapista Ocupacional, se graduó en Estimulación Temprana, posee
título de Docente, es Narradora oral, se graduó en Coaching Ontológico, dedicándose al
Coaching Literario, es Escritora.
Realizó su formación en Literatura Fantástica de la mano de Ciruelo Cabral y
Liliana Bodoc asistiendo a sus cursos de formación durante los años 2015, 2016 y 2017
quien fue tutora literaria de sus dos últimos libros.
Se ha formado en Psicología Analítica en ELEUSIS durante el año 2021 y ha colaborado con el equipo de Dirección.
Posee sello editorial propio llamado DAM ediciones. Es narradora del programa
Radial “Las 1001 noches” que se transmite por FM Identia 103.3.
Es representante en la provincia de San Luis de la Editorial Prosa con sede en la
Sociedad Argentina de Escritores Nacional y TirNanOg, editorial de su último libro
abocado en su totalidad a la Literatura Fantástica.
Organizó la Primera Feria del Libro Virtual de la Villa de Merlo al Mundo, en
situación de pandemia, “Nacerá lo que seamos capaces de soñar” desde el 16 de octubre
al 8 de noviembre del 2020. Haciendo una segunda edición en diciembre del 2021.
Realiza seguimiento de obras en progreso y coaching literario, acompañando a
escritores noveles a tener sus libros editados de alcance nacional e internacional.
Coordina grupos de estudio de Antropología Simbólica y Literatura Fantástica vía
Zoom durante los años 2020,2021, 2022 y 2023.
Organizó y dicta actividades de Formación en Literatura Fantástica Nivel I y II vía
Zoom.
En el año 2022 participó del club de lectura a niños de Colombia “Las Palabras no muerden”
organizado por la Fundación Art7seven de Texas.
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