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HYPNOS PROGRAMADO de Daniela Lomartti

Hoy en "Pesadillas de Felicidad" presentamos "Hypnos Programado", cuento de la autora y editora mexicana Daniela Lomartti donde el amor esta más allá de lo que podemos llegar a creer o imaginar pero para conseguirlo hay que pagar un precio muy alto. Esto nos hace reflexionar y nos preguntamos: "¿Cuanto podemos luchar para ser felices?"




Me capturaron para reconstruir mi sueño más bello y eterno: en cada imagen pulsante, veía tu rostro asomarse en medio del letargo. Bajo la danza de los calores humanos nos miramos por última vez. Sentí tu cuerpo tibio y enfrenté tus deseos insatisfechos; estabas envuelta en un sueño o el sueño cubría tu cuerpo tibio, hecho del juego arcaico entre luces y sombras que atravesaba el destino final de todos mis pensamientos en la interfaz. Sacié mi sed en la alquimia de tus labios húmedos. Éramos la construcción inquietante de nuestras desatadas pasiones programadas.

Reconstruí tu ser en una proyección. En mi sueño digital, te vi llegar al lugar secreto donde tracé largas horas de aspiraciones inútiles, tus rumores que diluían mi soledad demasiado estridente. Y en esa terrible falsedad, tu presencia iluminó mis oscuros deseos. Te esperé sentado en la banca más próxima al lago, miraba hacia el horizonte vestido de cielo plateado, lleno de nubes artificiales. Imaginé cómo la brisa acariciaba mi rostro y, de pronto, llegaste. Habías atravesado grácilmente la línea divisoria entre el jardín y la acera. En ese momento pensé: «Quizá, para ti, soy solo un fantasma que merodea tus pasos y te piensa incansablemente». Una voz robotizada, semejante a la tuya, apenas pronunció algunas palabras al llegar:

—Hola. Por poco no llego a tiempo…

—No debes preocuparte por eso—. En ese preciso momento, tu rostro era sorpresa pura, pude ver el brillo inigualable de tus ojos y supuse algunas de tus impresiones, aunque no logré anticiparme a lo que debías estar pensando en medio de la tensión provocada por mi propuesta que nos situaba como hombre y mujer. Que revivía tu sentir en aquel mundo artificial.

—¿Iremos a tomar café?

—Sí, vamos. Ya conoces el camino.

—Bueno, pero te advierto que tengo poco tiempo porque mis padres me esperan para comer.

—No tardaremos. Lo prometo.

Nos dirigimos al café Las raíces, un sitio propicio para mirarnos sin temor y adentrarnos en las mareas salvajes del otro. Escogimos una mesa que estaba próxima a la ventana. Nos atendió una joven que llevaba cubierto el pelo con un pañuelo anaranjado. La mesera nos ofreció pastel de limón para acompañar la bebida, aunque yo no tenía apetito, solo deseaba congelar cada segundo artificial para apreciar el aura te rodeaba, Julia. Era un amante de tu magnético encanto que se desprendía del juicio demasiado racional que tenías sobre ti misma: sobre tu poder como una mujer de extraordinaria inteligencia, alejada de un mundo vacío como el que yo albergaba. Después de mirar tus gestos, congelé tu bella sonrisa, pues la experiencia estética antecede a la razón. Sabía que estaba prohibido actuar así, iban a castigarme. Presté atención a las palabras que aparecieron sobre una servilleta de papel: “Registramos a un usuario que obstruye sueños ajenos. Repito: registramos a un usuario que obstruye sueños ajenos.” Se trataba de mí. Pero ¿acaso no era libre de amarte, Julia, y disfrutar de tu compañía?

Atrapé tu imagen cuando me mirabas con tus ojos llenos de inquietudes extraordinarias; tenías una expresión de desconcierto y comprendí entonces que, en tu mundo onírico, yo solo era una sombra que comenzó a amarte. Amo la manera en que me expresas el encadenamiento lógico de tus ideas, tu pasión por lo que configuraste era impresionante.

Aquella dimensión artificial parecía componerse de textura, grosor, olores, experiencias robadas del mundo tangible. Salimos del café y me pediste que te acompañara hasta tu casa. Caminamos por la avenida principal y atravesamos calles diversas que yo apenas reconocí. Momentos más tarde, arribamos a tu casa. Me invitaste a pasar y, sin dudarlo, acepté tu invitación. La casa era antigua, por fuera parecía descuidada y, aunque no podía oler, estaba seguro de que expedía un olor desagradable. Entramos y vi que el interior tenía cierta elegancia: el piso de azulejo, los arreglos de la casa poseían un estilo peculiar, semejante a un recinto donde se visitan a los difuntos, muebles antiguos y grandes ventanales por los que atravesaba una luz cegadora. Había un largo pasillo adornado de flores marchitas que nos condujo hasta tu habitación.

No se encontraban tus padres, Julia. Subimos a tu alcoba, me arrodillé ante ti y besé tus labios húmedos debajo de tu falda, mientras tú acariciabas mis hombros. Tus gemidos eran escalofriantes, parecidos a un felino agonizando. En mi cabeza, escuchaba gritos de pavor. Tu carne se pulverizó y sólo veía el juego de mis manos en el aire. Pero eso no frenó mi deseo. Llegamos al éxtasis, a la culminación de aquel acto y en ese instante te fulminaste. Intenté repetir una y otra vez ese momento en la interfaz, pero ellos lo prohibieron. Luego escuché una voz como eco que decía: “El usuario I-1984 ha sido desconectado del servidor debido a acciones no permitidas dentro del sistema.”

Me descubrieron. Desperté extasiado. En mi imaginación reproduje tu mirada inquieta sobre mí. Solicité reanudar mi sueño, ¿o pesadilla?, sin embargo mis captores negaron la petición. Se acercó un desconocido uniformado a mi cápsula, abrió la puerta y me tomó por la fuerza. Nos dirigimos a la oficina central donde me dijeron que castigan a quienes perturban los sueños de personas fallecidas… Caminamos por el pasillo de azulejo, me acerqué a los adornos y arranqué algunas flores marchitas mientras gritaba sin parar. Ellos me golpearon, después volvieron a conectarme para inducirme a otro sueño. Sufro la ausencia de tu luz inextinguible. Desde entonces, Julia, tu presencia no se repite más en mis sueños artificiales. Ahora sé que el fantasma no soy yo.





Biografía Daniela Lomartti(Ciudad de México, 1992.) Es maestra en Filosofía Moral y Política por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa. Escribe narrativa, poesía especulativa, aforismo y ensayos académicos. Es docente de filosofía, tallerista y mediadora de la lectura. Es directora, editora y community manager de la revista mexicana de ficción especulativa “Anapoyesis: Literatura, Arte y Cultura”. Es coordinadora editorial de la revista de filosofía, ciencias sociales y humanidades “Encrucijadas filosóficas”. Recientemente, publicó su primer libro de cuentos “Cartografía de la imaginación”, bajo el sello editorial de Ómicron Books, Ecuador.

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