Lo había escuchado varias veces, en otras ciudades había sucedido, pero siempre pareciera
que las noticias son solo eso, noticias, que les ocurren a otros, que nunca la iban a alcanzar, a
ella, no.
Todo comenzó cuando colapsó su capacidad de escucha. Se hablaba de un cambio climático,
hacía ya tiempo. La semana pasada una vecina le había dicho que era inminente, que estuviera
preparada. Eran tantos, tan abrumadores, tan contradictorios los informes que circulaban... Su
capacidad de asimilar no dio a basto. Colapsó. No quiso oír más.
Pero esta vez sí. Fue en vivo y en directo. En su ciudad, en su barrio, en su casa. Ahí se produjo
el hecho.
De pronto la oscuridad. La había sorprendido en la cocina.
Torpemente avanzó. Ni un resplandor de las luces de afuera que iluminara la escena, como
había sucedido otras veces que se había cortado la luz.
Tropezó con un banco, lo maldijo. Como estaba descalza sintió el impacto en su dedo meñique
del pie izquierdo. El dolor era intenso. Recordó que tenía una pequeña linterna en algún cajón.
Fue en su búsqueda.
Tenía que atravesar el living y recorrer el pasillo para llegar al dormitorio. Allí encontraría la
linterna, en el cajón de la mesa de luz. Esta vez avanzó con una estrategia que no le permitiría
repetir la torpeza y recibir otro golpe: tantearía las paredes.
Todo era extraño, no parecía su casa. Todo estaba como lejos. Intentó apurarse, dejar la pared.
Decidió cruzar el living.
Donde debía estar la mesa encontró el vacío.
Tampoco halló las sillas ni otro objeto que le fuera familiar.
Escuchó gritos de los transeúntes que ascendían desde la calle hasta el segundo piso de su
departamento del segundo piso del edificio.
Comenzó a desesperarse al no lograr encontrar el camino hacia el dormitorio.
Recordó que la semana pasada había visto un par de velas Ranchera, revolviendo el cajón del
mueble bajo mesada de la cocina, cuando buscaba una vieja cuchara que usaba para remover
la tierra de las macetas.
Tanteó en la oscuridad, respiró hondo y desandando sus pasos logró llegar a la cocina, abrió el
cajón, encontró las velas.
¡Fósforos! Debían estar al lado de la cocina, se tranquilizó, ahí estaban. Sus manos temblaban,
logró encender uno, lo acercó al pabilo de la vela que ardió débilmente
De pronto sintió un aullido fuerte, uno solo. -Es el viento-, se dijo, el viento que agita los
árboles de la vereda.
La pequeña llama se apagó. El silencio se hizo insoportable. Su corazón galopó. El temor
atenazó sus músculos, cayó de rodillas.
Biografía
Graciela Nadaro
Oriunda de la Ciudad de Buenos Aires y artista en múltiples disciplinas, Nadaro decidió adoptar
la identidad merlina al radicarse en la Villa de Merlo, San Luis, Argentina, en el año 2017.
La escritura la acompaña desde su juventud en sus diversas vertientes y se ha perfeccionado
en Talleres Literarios, en Buenos Aires y posteriormente, en su actual locación .
Integra el colectivo Palabras al Pie de la Sierra, grupo itinerante que cada mes reúne escritores
y poetas de la región, con el objetivo de dar a conocer sus producciones literarias.
En el año 2020 participa en la Primera Feria Virtual del Libro Desde Villa de Merlo al Mundo,
con Susurros en la Noche, donde incluye algunas de sus poesías.
Ese mismo Año cursa, virtualmente el Seminario Escribir Ficción de Extensión de Filosofía y
Letras de la UBA, a cargo de Maja Yanel, con ella sigue la Clínica de Obras Literarias en Proceso,
allí surge Ultramar y Otros Relatos siendo este su primer libro, que da cuenta de su creatividad.
Participó de las sucesivas ediciones de La Noche de las Artes de la Villa de Merlo como pintora,
escultora y grabadora.
En la radio local FM IDENTIA, produjo y condujo el programa “Canciones y poesías en la noche”
y fue columnista de “La noche romántica” en la misma emisora. Ambos ciclos nominados en
los premios Carolina Tobar García, resultando premiado el último mencionado.
Formada en la Escuela de Teatro para Actores de Cristina Moreira, en el Teatro Nacional
Cervantes, incursionó en escenarios teatrales, en televisión, publicidad, cine y radioteatro,
actividades a las cuales se dedica.
Desde la adolescencia se dedicó a las Artes Plásticas y Visuales destacándose como sus
principales sus maestros Aníbal Carreño en pintura y Leo Vinci en escultura; expuso sus obras
en las salas del Centro Cultural San Martín, el Palais de Glace, el Consejo Deliberante de la
ciudad de Buenos Aires y en la Galería de Arte de ATC, entre otras.
Como fotógrafa participó en Salones Nacionales representando al Fotoclub GEBA.
Es, además Psicóloga Social.
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