El novel autor cubano Osmel nos regala una escena de pagano sacrificio.
Un cuento que se revela en una pesadilla corta pero extrema de deshumanización.
Gritos se escuchan, es de noche y la luz de la fogata en el centro de la aldea ilumina la entrada a mi chabola. Siento risas y hay bailes.
Veo como los hombres rondan el fuego bailando en un solo pie y las mujeres y los niños se sientan a mirar alrededor del fuego. Me uno a la celebración sentándome cerca de los bailarines. Una niña con cabeza de gato me brinda un cuenco con un líquido verde oscuro.
—Tómalo, es bueno para el dolor —dicen.
Mientras bajo el primer sorbo, muy amargo, veo mi ropa que sigue en el fuego sin quemarse. Los aullidos de los bailarines me hielan la sangre, las mujeres aplauden. Sale un humo verdoso de las narices y bocas de esos seres. De mi boca también.
El cuerpo está relajado pero la mente es cada vez más activa, es como si todo de repente fuera mucho más rápido y no tuviera la velocidad suficiente como para adaptarme.
Un anciano tortuga me agarra del codo y me saca a bailar en la ronda con los demás hombres. Al inicio me da un poco de trabajo seguirles el paso pero después sale muy natural.
El baile no es siente estimulante, todo lo contrario saltar en un pie dando la vuelta es agotador pero hay una fuerza que impide detenerse. Los gritos acompasados marcan el ritmo y es la única música de acompañamiento.
Muy mareados, a los hombres las mujeres nos daban de aquella sustancia sin tiempo a detener la danza. Bebo un cuenco entero de un sorbo y lo arrojo al suelo. Todos comienzan a entonar la letra de una canción que no entiendo pero que también canto.
Caigo al suelo. El mundo da vueltas alrededor. Todos gritan: “el de fuera será perdonado”. En ese momento se acerca una mujer con cabeza de perra y me corta el cuello en un movimiento de cuchillo lento y fuerte. Mi respiración se detiene en ese instante, la sangre me llena la boca.
Beben mi sangre, la mesclan con el líquido verde oscuro y la beben. Sale humo de mi herida, de sus bocas. Mis ojos ven lentamente, nada se borra. El cabeza de asno cae al suelo. Todos lanzan un grito de júbilo y lo sostienen entre varios en el suelo mientras se retuerce rebuznado piedades. Le cortan la cabeza de un golpe de hacha. Todos se reparten su sangre oscura que se mescla con la mía en aquella ambrosía verde amarga.
Sostienen esa fea cabeza por las orejas. Su cara desfigurada por el miedo y el cansancio muestra sus hileras de dientes amarillos. Despedazan su cuerpo. Sus tripas se convierten en guirnaldas, en cadenetas, en morcillas y su carne en alimento. Cierro los ojos. Su cabeza está clavada en una estaca y la lágrima que cae de uno de sus ojos negros es lo último que veo.
Biografía
Osmel Iglesia Aguilera (Majibacoa, 10 de febrero del 2000). Narrador. Integrante del taller literario Raúl Gómez García. Merecedor del primer premio a nivel municipal (2018-2023) y provincial en el género de cuento para adultos en el encuentro-debate de talleres literarios (2018, 2020, 2023). Obtuvo el segundo premio en cuento del certamen “Tomasa Varona” (2018). Tiene publicado el libro de cuentos Traumas (editorial Primigenios, 2022) y Mi príncipe Alberto es un candado (editorial Laia, 2023). Textos suyos aparecen publicados en diversas páginas Web y en la antología Anónimos escribas (editorial Laia, 2024)
Comments